Por Evangelina García, Directora de Incanto Modelos
Si algo he aprendido en estos más de 20 años acompañando a jóvenes en su desarrollo personal y profesional, es que no hay talento que florezca si no va de la mano de la autoestima. La confianza no es algo que aparece mágicamente al llegar a la adultez; es una semilla que se siembra desde la infancia.
¿Qué distinto sería el mundo si en lugar de enseñarnos a callar, a pasar desapercibidos o a “no molestar”, nos enseñaran desde pequeños a levantar la voz con seguridad, a mirar a los ojos al hablar y a caminar con postura firme y orgullo por quienes somos? ¡Eso sería transformador!
Desde Incanto, cada año vemos cómo los niños y adolescentes que se forman con nosotros no solo aprenden a desfilar, posar o vestirse con estilo. Aprenden a pararse frente al mundo con valor. A hablar en público, a manejar los nervios ante una audiencia, a expresarse con claridad y respeto, a aceptar sus diferencias como virtudes. Y eso, queridas familias, es una herramienta para toda la vida.
Fortalecer la autoestima no es un lujo. Es una necesidad urgente en una sociedad que muchas veces nos empuja a compararnos, a encajar en moldes que nada tienen que ver con nuestra esencia. Un niño o niña con confianza en sí mismo puede decir que no cuando algo no le hace bien, puede elegir con libertad, puede brillar sin miedo.
Imaginate una generación que sepa caminar con la cabeza en alto no solo en una pasarela, sino por la vida. Que se anime a mostrar su voz, sus ideas, sus emociones. Que entienda que su cuerpo, su forma de hablar, su mirada y su energía tienen valor. Eso es lo que buscamos en Incanto: formar personas seguras, empáticas y auténticas, más allá del modelaje.
Por eso, invito a cada madre, padre, docente o adulto que acompañe a niñas y niños a sembrar esta semilla desde hoy. Las habilidades blandas no son opcionales: son el verdadero pasaporte para un futuro con propósito. Y cuanto antes empecemos, más alto podrán volar.